Dentro de las murallas de mi pobre corazón
hay un raro tesoro escondido.
Aunque me gustaría reclamar el crédito por él,
La verdad es que fue Dios quien lo puso ahí.
¿Qué es ese regalo de tan grande precio
Que he acallado con mi temor?
Es el gran amor de Dios, sacrificio,
Su gracia derramada lo que me acercó.
Más allá de estos bloques, más allá de mi ansiedad,
De fracasar o de sentir dolor,
Deja que el amor se derrame hasta las lágrimas,
Que caigan los muros que lo contienen.
El amor de Dios es más de lo que conocemos,
Más que las palabras de los ángeles,
Su riqueza debe brotar de mi corazón,
Pues no soy nada sin amor.
—TF