¿Usaste el Google hoy? Si fue así, la tuya fue una de 150 millones de búsquedas en el buscador de Internet más grande del mundo. ¿Encontraste lo que buscabas? Google siempre te va a dar algo. A veces los resultados son «bien locos». A veces son bien acertados.
¿Alguna vez te acercas a Dios como si Él fuera un buscador gigante? Le dices lo que quieres y esperas resultados instantáneos. E incluso si el resultado más cercano es sólo 79% apropiado a lo que pediste, está bien. ¿Y si Dios no te da lo que estás buscando? Hay muchos otros buscadores por ahí: padres, amigos, los centros comerciales. También puedes alimentar tus fantasías por medio de tus personajes de TV favoritos.
Pero Dios no es un motor buscador gigante que está en el cielo. Google nunca fue uno de esos nombres que se usaron en el Antiguo Testamento para Dios. Y no te va a dar algo que no sea lo mejor sólo porque lo pediste. A continuación algunas cosas a recordar sobre Dios si es que tu perspectiva sobre la oración está un poquito tergiversada:
•Dios conoce tus más profundos anhelos y motivaciones antes de que le pidas. «Oh SEÑOR, tú me has escudriñado y conocido. … desde lejos comprendes mis pensamientos. … Aun antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh SEÑOR, tú ya la sabes toda» (Salmo 139:1-4).
•Aunque Dios ya conoce tus pensamientos, no dejes de orar. «… ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?» (Mateo 7:11).
•¿No recibiste lo que pediste? Tal vez no sea bueno para ti. «Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto» (Santiago 1:17).
•Tu búsqueda máxima siempre debe ser el mismo Dios. «Buscad al SEÑOR y su fortaleza; buscad su rostro continuamente» (Salmo 105:4).
Dios no es Google. No te va a dar algo inferior sólo para satisfacer tus deseos inmediatos. Él quiere darte lo mejor, y sabe mejor que nadie lo que necesitas. Sigue pidiendo, buscando y llamando. —TC