El noticiero de la noche contó una historia acerca de la extraña conducta de los pingüinos del zoológico de San Francisco. Seis pingüinos recién llegados del Mundo Marino de Ohio consiguieron persuadir a los 46 pingüinos locales a que siguieran su guía. El encargado del zoológico dijo: «Hemos perdido el control. Esto es un alboroto.»
Desde que llegaron los pingüinos nuevos, los otros 52 han estado nadando alrededor de la piscina circular desde el amanecer hasta el anochecer. Es una vista impresionante verlos nadar y nadar y luego salir de la piscina por la noche tambaleándose. Los expertos en pingüinos están desconcertados, pero dicen que los amigos palmípedos son muy sociables, y que están «abiertos a nuevas ideas fomentadas por los recién llegados».
Puede que sea difícil explicar la conducta de los pingüinos, pero la gente puede ser incluso más desconcertante. Cuando leo el relato bíblico de lo que sucedió poco después de que Moisés condujera a un enorme grupo de personas en su éxodo de Egipto, tengo que preguntarme cómo es que unos cuantos pudieron hacer que el resto los siguiera en su rebelión contra Moisés (Números 13:26— 14:4). Después de todo lo que habían pasado en Egipto —el escape milagroso y la división del mar— permitieron que un informe malo de unos cuantos espías los convirtiera en rebeldes que dudaban y se quejaban de Moisés y de Dios. Hasta dijeron que querían un líder nuevo que los llevara de vuelta a Egipto (14:4).
Me gustaría creer que hoy no hay creyentes tan ingenuos, volubles, tontos y que se dejen influenciar tan fácilmente por los demás. Eso es lo que me gustaría creer.
Pero ¿cuántos de nosotros hemos «regresado a Egipto» o pensado seriamente en hacerlo? Es decir, ¿cuántos hemos comenzado la trayectoria de fe, siguiendo a Jesús, pero desde entonces hemos vacilado? Hemos estado escuchando a alguien, tal vez hasta a unos cuantos amigos, que han estado sugiriendo que nos estamos perdiendo algo en la vida. Puede que sugieran que tratar de ser mora les y honestos en la sociedad de hoy es mucho pedir.
Pero, ¿es cierto? ¿Es demasiado que seamos totalmente leales a Aquel que dio su vida por nosotros? —KD