Demasiado largo. Demasiado corto. Demasiado grande. Demasiado ajustado. Demasiado suelto. Estas palabras describen la mayoría de la ropa que me pruebo. Hallar el modelo perfecto parece imposible.
Encontrar una iglesia que sea un «modelo perfecto» genera problemas similares. Toda congregación tiene algo que no está del todo bien. No se reconocen nuestros dones; no se aprecian nuestros talentos; nuestro sentido del humor se malinterpreta; ciertas actitudes, creencias, personas o programas nos incomodan. Nos sentimos como si nosotros no nos amoldáramos bien. Luchamos para encontrar nuestro lugar.
Sin embargo, sabemos que Dios desea que nos adecuemos los unos a los otros. El apóstol Pablo dijo que estamos siendo «juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu» (Efesios 2:22).
Los creyentes de la Iglesia en la actualidad, como el tabernáculo en los días de Moisés (Éxodo 26) y el templo en la época de Salomón (1 Reyes 6:1-14), son la morada de Dios en la tierra. El Señor quiere que nos amoldemos mutuamente, ya que no debe haber división en Su Iglesia. Esto significa que nosotros, los ladrillos del edificio, debemos estar «perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer» (1 Corintios 1:10).
Ninguna iglesia será un modelo ideal, pero todos podemos trabajar para que nos complementemos de manera más perfecta.