¿Aqué tipo de iglesia asistes? ¿Es formal y se visten las personas con sus «mejores galas de domingo»? ¿O se ponen lo más informal del sábado? Todo el mundo parece escoger «un término medio», lo cual es más seguro. Pero lo he visto todo. He estado en iglesias tan formales que incluso una camisa con corbata parece informal. También he estado en iglesias que tratan de llegar a la escoria de la sociedad: antiguos drogadictos, prostitutas y pandilleros. Allí me siento muy vestido si me pongo camisa deportiva, pantalones cortos y zapatos tenis.
Cada estilo tiene su público. Los que son formales hacen hincapié en la reverencia y el respeto; los que son informales abogan una intimidad relajada. En lo que a mí respecta, ofrezco impetuosamente mi comentario inequívoco: los dos dan resultado. La clave no es lo que llevas puesto por fuera. Puedes estar perfectamente bien vestido (y sí, hasta las personas informalmente vestidas pue den pasar mucho tiempo buscando «el lookperfecto«), pero si no estás listo por dentro, Dios no se impresiona.
Nadab y Abihu fueron muy desordenados cuando a la fuerza ofrecieron su propio tipo de adoración a Dios (Levítico 10:1-6). Tal vez pensaron que tenían las túnicas adecuadas y que estaban vestidos debidamente. Pero ¿en qué estaban pensando? La muerte por fuego fue su castigo, un ejemplo para los demás que se acercan a la presencia de Dios descuidadamente.
Es una ventaja que Dios no actúe así hoy día. ¿Cuántos de nosotros estaríamos en peligro los domingos? Hundidos en nuestros asientos, resintiendo la intrusión de la iglesia en nuestro tiempo… Yo estaría rehuyendo el fuego algunos domingos.
¿Cuándo se convirtió la iglesia en una tarea? Es un lugar para reunirse con otros cristianos, adorar a Dios y aprender de la Biblia. ¿Por qué nos causa eso una mala actitud?
Ya sea que el próximo domingo pases tu tiempo escogiendo los pantalones vaqueros perfectos o la corbata perfecta, asegúrate de que estés listo por dentro también. Otras personas podrían notar lo que llevas puesto, pero Dios nota lo que hay adentro. —JC