Através de mi hijo adolescente Steven, he sido introducido a un nuevo deporte y a todo un nuevo vocabulario. El deporte es escalada interior, el cual Steve puede hacer todo el día. (Claro, el misterio de cómo puede él subir y bajar de una pared todo el día sin cansarse, pero se agota a los 15 minutos de ayudarme a pintar una habitación de la casa todavía me desconcierta, pero eso es tema para otro momento.)
No hace mucho, yo no sabía la diferencia entre un mosquetón y un mosquito grande. Creía que un fisurero era alguien que arreglaba fisuras. Ahora sé que un mosquetón es un anillo de metal que se usa para sujetar dispositivos de seguridad, y que un fisurero es algo que puedes poner en una grieta para impedir una caída cuando estás escalando al aire libre.
Y luego tenemos estos dos términos: escalada libre y escalada de primero. La primera significa escalar rocas sin una cuerda que te detenga si te caes. Escalar de primero significa que escalas con la ayuda de una cuerda, y un compañero sostiene la cuerda para tu seguridad. Uno se hace solo; el otro se hace con ayuda.
Me parece a mí que esa es una buena manera de examinar nuestra vida espiritual. ¿Estamos solos o tenemos ayuda? ¿Estamos tratando de llegar por nosotros mismos en nuestro andar con Jesús, o estamos buscando la ayuda de otras personas? Igual que en la escalada, el peligro de caer es mucho mayor si vamos solos por la vida.
Cuando vas solo espiritualmente corres el peligro de que se te ocurran algunas muy malas ideas sobre la fe cristiana. También corres el riesgo de cansarte y caer espiritualmente porque no tienes un sistema de apoyo. Incluso si tienes docenas de personas que van libremente contigo, no están conectadas y en realidad no pueden ayudarse mutuamente.
El método de primero es el ideal. Busca un hermano o hermana en Cristo que te apoye espiritualmente. Podría marcar la diferencia entre una escalada exitosa y una caída desastrosa. —JDB