Phillip Keller, en su obra clásica A Shepherd Looks at Psalm 23 [Un pastor examina el Salmo 23], ofrece un impresionante cuadro del cuidado y la benignidad de un pastor. Cuando David dijo: «Él restaura mi alma», escogió un lenguaje que todo pastor entendería. Una oveja está hecha de tal manera que si se cae sobre uno de sus costados o sobre el lomo, se le hace muy difícil levantarse otra vez. En esta posición, agita las patas en el aire, gime y llora. Si pasa unas cuantas horas sobre el lomo empieza a acumularse aire en su estómago, el estómago se le endurece, lo cual corta el paso del aire, y la oveja se ahoga. Esta posición se llama posición derribada.

Para restaurar una oveja derribada se necesita tiempo. Lo primero que hace el pastor es darle masaje a las cuatro patas para restaurar la circulación. Luego, mientras tranquiliza con calma a la oveja con su voz, la voltea suavemente, le coloca la mano debajo de la barriga, la levanta, y la sostiene hasta que la oveja recobra el equilibrio. Cuando el pastor cree que la oveja puede pararse sola, la deja ir y la observa dar unos cuantos pasos vacilantes. El pastor ha restaurado a una oveja derribada.

¡Qué imagen de lo que Dios hace por nosotros! Cuando nos caemos de espaldas, agitando las extremidades por causa de la culpa, la aflicción y los resentimientos, nuestro amante Pastor nos tranquiliza con sus palabras. Con sus tiernas manos nos levanta y tranquiliza con sus palabras. Con sus tiernas manos nos levanta y nos carga hasta que hayamos recuperado el equilibrio espiritual.

Jesús desea restaurar tu alma. Déjale quitar tu culpa, aliviar tu aflicción y reemplazar tus resentimientos. Si te encuentras «derri- bado» por alguna razón, Él es el único que te puede ayudar a levantarte de nuevo. Él es tu confianza, gozo, paz y fortaleza.  —MW