El filósofo Hegel dijo una vez: «El hombre no puede ser fuerte a menos que lleve en su carácter una antítesis firmemente marcada. Sin embargo, la verdad no se encuentra en la tesis ni en la antítesis, sino en una síntesis emergente que reconcilia a ambas.» En otras palabras, una persona fuerte es aquella que puede mezclar polos opuestos. La persona fuerte mezcla la firmeza de mente con la ternura del corazón.
Jesús reconoció la necesidad de mezclar polos opuestos. Él sabía que sus discípulos se enfrentarían a un mundo difícil y hostil en el cual tendrían que confrontar hombres fríos y arrogantes cuyos corazones habían sido endurecidos por el tradicionalismo.
Así que les dijo: «Mirad, yo os envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas» (Mateo 10:16). Parece difícil que una persona pueda hacer esto, pero es lo que Jesús espera.
Consideremos la mente firme y el corazón tierno. La mente firme se practica por medio de un pensamiento agudo y un juicio decisivo. Pero Jesús también nos mandó a tener un corazón tierno. ¡Qué trágico sería alcanzar una altura disciplinada de firmeza de mente y al mismo tiempo caer en las profundidades de la dureza de corazón! La gente de corazón duro nunca ama de verdad.
Jesús dijo que la buena vida combina la astucia de la serpiente con la ternura de la paloma. Piensa en la naturaleza de Dios. Él es un Dios de justicia que castigó a Israel por su corazón desobediente. También es un Padre perdonador que está lleno de un gozo inefable cuando el hijo pródigo regresa a casa. Servimos a un Dios que tiene esta mezcla perfecta.
Evaluemos nuestra vida y veamos si necesitamos fortalecer nuestra mente o suavizar nuestro corazón. Esa es la mezcla que más se parece a Jesús.
—Daryl Keith Jackson, Schroon Lake, Nueva York