¿Has mirado algún partido de fútbol últimamente? Probablemente sepas que por lo general los partidos de fútbol no son eventos de muy altas anotaciones. Aunque los jugadores corren de un lado para otro por lo que parece ser una eternidad, la pizarra de anotaciones puede seguir mostrando ceros.
Ese no fue el caso durante un juego de las finales del campeonato nacional en Madagascar en el año 2002. La anotación final fue de 149-0.
Según un informe de noticias, la anotación, que batió una marca, fue resultado de que un entrenador perdiera la paciencia durante una discusión con el árbitro. Para protestar por lo que el entrenador pensaba que era un mal arbitraje, dijo a sus jugadores que patearan el balón en su propia meta cada vez que les llegara a ellos.
A la mayoría de los fanáticos no les hizo gracia, e hicieron una fila en la ventanilla de los boletos para exigir un reembolso. Los funcionarios de la liga de fútbol suspendieron a varios jugadores por el resto de la temporada del 2002, y el entrenador fue suspendido por un período de tres años.
Podía ser que el entrenador tuviera una queja legítima sobre el arbitraje, pero ¿qué piensas de su respuesta? Un poquito exage rada ¿no crees? Claro que captó la atención de todo el mundo pero en el proceso, hizo mucho daño a sus jugadores, a sí mismo y a los fanáticos.
El mal genio nos puede meter en problemas (claro que esto no es nada nuevo). Es probable que tú también hayas perdido la paciencia alguna vez —como la he perdido yo— y que hayas deseado poder retractarte de algo que dijiste o hiciste. Cuando perde mos el control tendemos a perder de vista lo que es importante en la vida. Perdemos el respeto propio y el respeto a los demás. Perdemos mucho más que un partido.
En Proverbios 16:32 leemos: «Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad.» En otras palabras, a Dios le agrada más una persona que ha aprendido a dominarse que una que puede controlar a los demás.
La próxima vez que sientas que estás perdiendo la paciencia, llévalo a Dios y pídele ayuda. Así no puedes perder. —KD