Listo para armar. Instrucciones sencillas.
Hoy en día, los artefactos modernos vienen con instrucciones sumamente fáciles de entender. Pero a veces, instrucciones de remache como «coloque la TUERCAA en el CERROJOB» son confusas. Tal vez hayas tratado de «escribir» tus propias instrucciones. Pero al final miras tu triste creación y te preguntas por qué ciertas partes no caen en su sitio.
La Biblia es una maravillosa colección de 66 libros que encajan como un todo unificado. Escrita en un período de 1.500 años por 40 autores diferentes, el libro es perfecto en su presentación de la verdad de Dios. Sin embargo, en todas las épocas ha habido lo que algunos llaman «el espíritu de la era», el cual desafía a los creyentes a no aceptar toda la Escritura. La tentación es sacar aquellas porciones que no están en voga; en otras palabras, «escribir» nuestras propias instrucciones.
Hoy día existen varias ideologías que nos exhortan a abandonar algunas porciones de la Biblia. Nuestro mundo postmoderno las considera ofensivas. Ya sea la doctrina del infierno o la perspectiva de Dios sobre la conducta sexual, puede que sintamos presión para que rechacemos partes de la Palabra de Dios.
Hace siglos, en una antigua corte judía, al rey le entregaron un rollo que contenía un mensaje inspirado escrito por el profeta Jeremías. Cuando el documento se leyó en voz alta, el rey se ofendió y utilizó un cuchillo pequeño para cortar porciones del rollo. Luego echó cada uno de los trocitos en un fuego que había cerca. Para cuando terminó, todo el texto sagrado había sido echado en las llamas. En Jeremías 36:24 leemos: «Ni el rey ni ninguno de sus siervos que oyeron todas estas palabras tuvieron temor…» (Jeremías 36:24).
Cuando corregimos selectivamente la Palabra de Dios demostramos que no tememos a Dios. En vez de someternos a lo que Él dice, colocamos nuestros propios pensamientos por encima del texto inspirado.
La próxima vez que te sientas tentado a rechazar una porción de la Biblia recuerda: «Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia» (2 Timoteo 3:16).
La Palabra de Dios está perfectamente ensamblada. No hay que corregir nada. —DF