¿Alguna vez sentiste que la vida es injusta? Para los que estamos comprometidos a hacer la voluntad de Dios y seguir Sus caminos, es fácil frustrarse al ver que a las personas que no tienen interés en Él aparentemente les va bien en la vida. Un empresario engaña y, sin embargo, consigue un importante contrato, y el muchacho que se pasa todo el tiempo de fiesta es robusto y saludable. Mientras tanto, tú o un ser querido lucha con las finanzas o con problemas de salud. Esto nos hace sentir desengañados, como si no sirviéramos para nada.
Si alguna vez te sentiste así, no eres el único. El escritor del Salmo 73 desarrolla una extensa lista de formas en que prosperan los malos, y después dice: «Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón» (v. 13). Pero la marea de sus pensamientos vuelve atrás cuando recuerda el tiempo que pasó en la presencia del Señor: «Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos» (v. 17).
Cuando pasamos tiempo con Dios y vemos las cosas desde Su punto de vista, nuestra perspectiva cambia por completo. Quizá ahora tengamos celos de los incrédulos, pero no será así en el momento del juicio. Como expresa el dicho: ¿Qué diferencia hay si ganas la batalla, pero pierdes la guerra?
Tal como el salmista, alabemos a Dios por Su presencia en esta vida y por Su promesa de una existencia futura (vv. 25-28). Él es todo lo que necesitas, aunque la vida parezca injusta.