Todos lo hemos experimentado. Tu programa de televisión favorito va de maravilla cuando, sin advertencia ninguna, todo cambia.
¿A qué me refiero? Si nos remontamos a 1974, había un programa en la TV estadounidense llamado Happy Days[Días felices]. Era muy divertido y tenía un personaje llamado Fonzie que usaba la chaqueta de cuero más famosa del mundo. Pero entonces sucedió. Fonzie, el rey de la popularidad, se puso unos esquíes acuáticos y saltó sobre un tiburón. El programa nunca volvió a ser lo mismo. Y ahora la frase «saltar sobre el tiburón» se refiere a cual quier cosa o persona que cambia y que no recupera la magia que tenía antes.

¿Y tú? ¿Te sientes como si hubieras saltado sobre un tiburón? ¿Has experimentado algún cambio o tomado alguna decisión que te haga pensar ahora que no hay forma de regresar? ¿Te has resignado a pensar que la felicidad es cosa del pasado? Tal vez fue algo que escapaba de tu control, como una lesión o enfermedad. Tal vez fue una decisión que tomaste, y ahora no sientes que eres la misma persona. Tal vez sea una tentación que no puedes vencer.
Nos podemos deprimir bastante si nos permitimos pensar así. Pero, ¿fue para eso que Jesús nos salvó? Él dijo: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10).

Pablo escribió: «… el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad» (2 Corintios 3:17). Si buscas una vida plena, si anhelas libertad, sólo tienes que buscar al Espíritu de Jesús, el cual mora dentro de ti. No mires al mundo, y no te quedes contemplando tus propias circunstancias y errores. Si perteneces a Dios, «nueva criatura [eres]; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas» (2 Corintios 5:17).

Sea lo que fuere por lo que hayas pasado, cualesquiera decisiones que hayas tomado, sea lo que fuere aquello con lo que luchas, no es un hecho. Vuelve a saltar sobre el tiburón y deja que Jesús te dé vida y libertad.  —TC