Cada vez que mi esposa Martie y yo nos preparamos para salir de vacaciones, nos gusta leer sobre el lugar adonde iremos, estudiar los mapas y anticipar la alegría de llegar, finalmente, al lugar con el que hemos soñado durante tanto tiempo.
Los que conocemos a Jesucristo como Salvador tenemos por delante un destino increíble: el cielo. Pero me resulta interesante observar que muchos de nosotros no parecemos estar muy entusiasmados con llegar allí. ¿A qué se debe? Quizá sea porque no entendemos qué es. Hablamos de calles de oro y de puertas de perlas, pero ¿cómo es en realidad? ¿Qué hay allí para que anhelemos llegar?
Creo que la descripción más profunda del cielo se encuentra en las palabras de Pablo a los filipenses. Él dijo que «partir y estar con Cristo» es «muchísimo mejor» (Filipenses 1:23). Es lo que le dije a mi nieto, de ocho años, cuando preguntó cómo era el cielo. Empecé preguntándole: «¿Qué es lo que más te entusiasma en la vida?». Él mencionó sus videojuegos y otras cosas divertidas que le gusta hacer. Entonces, le dije que el cielo es muchísimo mejor. Pensó un instante y después dijo: «Abuelo, eso sí que es difícil de imaginar».
¿Qué es lo que anhelas en la vida? ¿Qué te entusiasma de verdad? Sea lo que sea, aunque resulte difícil de imaginar, ¡el cielo es muchísimo mejor!