Un periodista deportivo, creyente en Cristo, visitaba las instalaciones de un equipo de la liga profesional de béisbol. Mientras conversaba con un jugador, también creyente, pasó un directivo y notó que, después de perder un partido difícil, ellos hablaban de «cosas cristianas». Así que, regañó al reportero por no hablar del juego y se fue. El famoso lanzador le dijo al periodista: «Lo lamento. Simplemente, no capta».

Vivimos en un mundo con personas que «no captan». No llegan a entender que, mientras nos esforzamos para ser los mejores en lo que hacemos, lo más importante en la vida es agradar a Dios. Para el creyente, practicar deportes, vender seguros, dirigir una imprenta o enseñar en una escuela, es para la gloria de Dios y del evangelio de Jesús.

En 1 Corintios 9, Pablo explica que el discípulo de Cristo debe soportar todo, «por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo» (v. 12). La meta del creyente es proclamar el mensaje de Jesús. «¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!», dijo él (v. 16). Una forma de hacerlo es practicar un estilo de vida piadoso, que induzca a otros a preguntar sobre la esperanza que tenemos (1 Pedro 3:15).

Estamos rodeados de personas que creen que lo más importante son las cosas de este mundo. Pero, en vez de frustrarnos ante la resistencia que enfrentamos, nuestra meta debe ser que el evangelio avance mientras ayudamos a otros a «captarlo».