Escéptico sobre la utilidad de un pequeño almuerzo, Andrés dijo a Jesús: «… ¿qué es [cinco panes de cebada y dos pececillos] para tantos?» (Juan 6:9). Sin embargo, esa pequeña porción, en manos de Jesús, se convirtió en una enorme bendición. Por eso, antes de pensar que no tienes mucho para ofrecer al Señor, considera esto:
Edward Kimball, un maestro de escuela dominical, de Boston, decidió visitar a un joven de su clase, para asegurarse de que fuera creyente. Aquel día guió a ese hombre, Dwight L. Moody, al Señor.
Moody, el Billy Graham del siglo xix, produjo un gran impacto en Wilbur Chapman. Chapman, un evangelista notorio, reclutó a Billy Sunday, para que se uniera a él en sus campañas de evangelización. A su vez, Sunday lanzó un ministerio nacional, con grandes resultados en ciudades como Charlotte, en Carolina del Sur. Una organización, fruto del reavivamiento impulsado por Sunday, invitó al evangelista Mordecai Ham a esa ciudad. En una de las reuniones, Billy Graham recibió a Cristo como Salvador y, más tarde, este se convirtió en el evangelista más importante de nuestra era.
Cuando pienses que no tienes mucho que ofrecer, recuerda al maestro de escuela dominical Edward Kimbal, que ocupó un sábado por la tarde para ir a visitar a un miembro de su clase. ¡Dios tiene una forma particular de usar la fidelidad rutinaria a las «pequeñeces», para lograr grandes cosas!