En esta era de nuevas tecnologías de vídeos, podría resultar difícil creer que algunos maestros todavía creen que la mejor manera de representar historias bíblicas es con el antiguo franelógrafo. Recuerdo que, cuando era niño, mis maestras de la escuela dominical usaban esos tableros cubiertos de franela, que les permitían mostrar las figuras recortadas de David, Daniel, Jonás, Jesús y todos los demás personajes. Los franelógrafos las ayudaban a representar en forma artística la esencia de la historia bíblica.
Sin embargo, aquellos franelógrafos de la antigua escuela no son las herramientas didácticas y gráficas más antiguas. Desde hace mucho, Dios tiene una especie de «franelógrafo» propio, y se llama creación. El Señor utiliza la maravilla de la creación para instruirnos y para manifestar Su poder.
En el Salmo 19:1, David escribió: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos». En la creación, Dios se reveló con tanta claridad, que Pablo declaró: «… las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles…». Los que poseen el testimonio de la creación «no tienen excusa» (Romanos 1:20). ¿Por qué? En el franelógrafo de la creación de Dios, vemos el orden divino y Su diseño. «¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!» (Salmo 8:1).