El gozo es el secreto gigante del cielo. Si guardamos silencio respecto al gozo que viene de conocer a Jesús, las piedras mismas lo gritarán (Lucas 19:40). Así como las multitudes grita-ron alabanzas cuando vieron a Jesús, su presencia en nuestra vida debería producir alabanzas en nuestros labios. El gozo cristiano es el eco de la vida de Dios en nosotros. Si esto es verdad, entonces ¿porqué es que a veces parece que los cristianos son las personas con menos gozo en el mundo? ¿Cómo podemos abrir consecuentemente el cofre del gozo cristiano?
En Filipenses 3:1-11, Pablo nos dio varias verdades maravillosas acerca de lo que es mantener el gozo, sobre todo ante las situaciones difíciles. La primera verdad es recordar quién y qué es la fuente de gozo. Pablo empezó el capítulo con un mandamiento alegre:
«Regocijaos en el Señor.» La fuente de este gozo está más allá del mero gozo humano, y por tanto está fuera de nosotros. Se halla enla persona de Jesucristo. El gozo cristiano es una concentración en nuestra relación con Jesucristo y nuestra posición en Él. Por eso, el gozo cristiano se mantiene recordando deliberadamente el nacimiento, la vida, la muerte y la resurrección de nuestro Señor.
Cuando Pablo nos dijo que nos regocijáramos, también nos estaba alentando a recordar que Dios tiene control. Esta exhortacióna regocijarnos describe un estado mental determinado que se caracteriza por la paz y la calma. El gozo no es ausencia de problemas; es la presencia del Señor soberano. Los cristianos no quedan a lamisericordia del destino ni a las fuerzas de la casualidad. El gozonos permite ver más allá de cualquier circunstancia en particular a Aquel que está por encima de todos los acontecimientos humanosy a la larga tiene control sobre ellos.
El gozo cristiano no es producto de las circunstancias y los acontecimientos. Aun si experimentamos relaciones que fracasan,reveses económicos, pruebas y aflicciones, enfermedad y muerte, podemos regocijarnos. La felicidad tiene que ver con lo que nos pasa, pero el gozo es una decisión que tomamos por medio del Espíritu Santo. —MW