Una noche, ya tarde, José y Teresa iban en su auto al hospital para que naciera su segundo hijo, pero sucedió algo inesperado. ¡Ella empezó a dar a luz al bebé! José llamó a emergencias y una operadora pudo guiarlo para que ayudara en el parto. Pero el bebé no respiraba. Entonces, la operadora le indicó cómo hacer respiración artificial, lo cual él tuvo que hacer durante seis minutos cargados de ansiedad. Por fin, el recién nacido tomó aire y se puso a llorar. Más tarde, cuando les preguntaron cómo habían hecho para enfrentar semejante experiencia y permanecer calmos, la operadora respondió: «¡Me alegro de que Dios trabaje a medianoche!».
Me encanta escuchar informes en los medios donde el Señor recibe la gloria que se merece por algo bueno que ha sucedido. En la lectura bíblica de hoy, es evidente que Dios debía recibir el reconocimiento por dividir el mar Rojo para ayudar a Su pueblo a escapar del faraón, aunque Moisés había sido el que levantó la vara (Éxodo 14:26-27). Todos los israelitas y su líder se reunieron y cantaron alabanzas al Señor: «¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?» (15:11).
Cuando sucede algo bueno, el Señor merece el reconocimiento, porque Él es la fuente de todo bien. Dale a Él la gloria. ¿No estás contento de que trabaje a medianoche?