Lo que más inutiliza a los nuevos empleados en un trabajo es la crítica de los más antiguos. Los buenos gerentes de personal saben cómo cuidar a los recientemente incorporados y los rodean de instructores dispuestos a protegerlos de ataques innecesarios.

Para nosotros, Ana es una mentora en cuanto a cómo tratar con la crítica y los deseos profundos del corazón (1 Samuel 1:1-18). Rodeada por un esposo que no entendía, una mujer que se burlaba de ella y un clérigo excesivamente censurador,descubrió que confiar en Dios era la forma de atravesar la tormenta (v. 10). Si bien ahora sabemos que Dios respondió la oración de corazón de Ana dándole un hijo, no estamos seguros de si la bendición de Elí fue un deseo o una promesa del Señor (v. 17). Me parece que su rostro dejó de estar triste más que nada porque tuvo paz al confiar en Él.

Nosotros fuimos creados para tener comunión con Dios y, cuando esta comunión se hace íntima, no solo nos liga a Su presencia, sino también a Su fortaleza. Sin duda, Dios recibe con agrado las oraciones que expresan nuestras angustias y emociones, porque demuestran que confiamos en Él. Con frecuencia, encontraremos una nueva perspectiva de las situaciones y casi siempre saldremos confortados porque sabemos que le hemos encomendado las cosas que nos preocupan —sean críticas o deseos profundos— a Aquel que está mejor capacitado para lidiar con ellas.