Isaac Pennington, líder cuáquero del siglo xvii, dijo: «El Señor me ha estado enseñando a vivir en Él; no de nada que me haya dado, sino de la vida en sí». Las personas de Juan 6 querían vivir de Jesús, pero no por la misma razón; no porque sus corazones fueran leales a Él, sino fieles a lo que pensaban que el Señor podía proveerles: alimentos y liberación de la opresión romana.
Cuando Jesús les proveyó pan y pescado, esta acción les confirmó la idea que tenían de lo que Él podía hacer por ellos. El Señor sabía que, detrás del interés en Él, estaba la esperanza de que se convirtiera en una clase de rey diferente; por lo tanto, se alejó de ellos (Juan 6:14-15). Al día siguiente, lo buscaron y lo encontraron, y consiguieron lo que querían (vv. 22,25-26). Entonces, fueron tras Él por lo que creían que podía darles. Sin embargo, el Señor dio vuelta las mesas y se identificó como el Pan de vida (vv. 32-33). Ellos querían que Jesús les diera una vida mejor, pero Él les dijo que había venido para ofrecerles vida eterna (v. 40). Sólo aquellos que creen en Jesús pueden encontrar verdadera satisfacción… ahora y para siempre.
Sigue a Jesús, no porque Él puede proveer «pan», sino porque es capaz de satisfacer tu hambre más profunda: la búsqueda de la comunión eterna con Dios.