Sabes lo que se siente porque lo has vivido. Te encontrabas de pie frente a un mostrador por el que apenas podías mirar al otro lado apretando un billete en la mano. Sabías exactamente lo que querías y cuánto costaba, pero el dependiente te ignoraba y atendía solamente a los adultos que llegaban. Si tratabas de hacer alguna pregunta, nadie te escuchaba. Finalmente te diste la vuelta y te fuiste… con las manos vacías. Te dieron ganas de gritar o de llorar porque la gente grande no parecía pensar que los niños contaban.
Ahora compara eso con la manera en que Jesús trataba a los niños.
«Le presentaban niños para que los tocara, pero los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indignó y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios» (Marcos 10:13,14).
Parece que los discípulos creían que Jesús tenía gente más importante que ver y cosas más importantes que hacer. Después de todo, se trataba del Hijo de Dios, el cual podía predicar, enseñar y hacer milagros. Pero Jesús acabó con la estrecha perspectiva de los discípulos condenando primero su acción, y luego abrazando a los niños y bendiciéndolos.
Como seguidor de Cristo, una de tus mayores oportunidades es dejar que Él siga tocando a los niños a través de ti. Los niños te admiran y oyen lo que dices. Cuando te acercas a ellos y los
atraes a ti, estás ayudándolos a entender que Dios sí los ama.
Sea lo que fuera que estés haciendo con los niños, sigue haciéndolo. En la escuela dominical, en los barrios marginales, en la casa con un hermano o hermana, sobrino o sobrina. Los niños demandan muchísimo tiempo y energía, pero sabes que es importante darles ese tiempo y esa energía.
«Dejad a los niños venir a mí —dijo Jesús—, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios.»
Sigue amando y preocupándote por ellos, porque los niños cuentan. —DM
R E F L E X I Ó N
■ ¿Dónde me veo en la lectura de hoy de Marcos 10?
■ ¿Por qué es que los niños «se pierden» tan fácilmente en el ajetreo de la vida?
■ ¿Cómo puedo expresar a un niño hoy el amor de Dios?