Jesús raras veces, si acaso, llenaba las expectativas de la multitud. Sus impredecibles y asombrosas respuestas a las situaciones de la vida eran una característica única de su ministerio.
Eso definitivamente no describe a los líderes de hoy. Los aspirantes a puestos políticos están constantemente haciendo encuestas, empleando a expertos en imagen pública, y tratando de conocer la opinión popular respecto a lo que la gente espera o desea. Luego adaptan su imagen
y sus discursos para que llenen esas expectativas y así ganar el favor de las masas.
Los grupos de entretenimiento hacen lo mismo. Continuamente vigilan las respuestas del público a sus espectáculos y examinan las cifras de venta para determinar si su popularidad sigue alta. Si empieza a decaer, inmediatamente celebran una conferencia de alto nivel para ver qué pueden hacer para volver a estar en los primeros lugares.
En la historia bíblica de hoy, Jesús no mostró interés alguno en agradar a la multitud, la cual se lamentaba y lloraba porque la hija de Jairo estaba muerta. «No lloréis —dijo Jesús—; no está muerta, sino que duerme» (Lc. 8:52). Fue entonces cuando la multitud dejó de llorar y se rió de Jesús (v.53). La gente sabía que la niña estaba muerta.
Pero no conocían a Jesús. Solo con la niña y sus padres, se acercó, tomó la mano de ella, y le dijo que se levantara. Su espíritu volvió y ella se levantó inmediatamente. ¡La había resucitado de los muertos! Luego dijo a sus padres que le buscaran algo de comer, demostrando con eso que verdaderamente estaba viva otra vez.
No se nos dice cómo reaccionó la multitud. Creo que se escabulló. Una vez más, Jesús hizo lo que quiso sin hacer encuestas de opinión ni adaptarse a la multitud.
Jesús no trataba de llenar las expectativas de las masas ni de sus seguidores. Pero lo que hacía sobrepasaba sus más grandes sueños. Cuando el Señor no llena nuestras expectativas, en vez de decepcionarnos, deberíamos buscar el milagro que realmente está haciendo. —DE
R E F L E X I Ó N
■ ¿Por qué una persona querría hacer lo que la gente espera? ¿Qué busca esa persona?
■ ¿Cuánto de lo que hago es motivado por el deseo de ser popular?
■ ¿Cómo puedo procurar la ayuda de Dios para permanecer fiel a la justicia de Cristo cuando sé que a mis amigos no les va a gustar?