Roger von Oech, un consultor sobre creatividad de primera, dice que uno de los obstáculos mentales que impide el pensamiento creativo es nuestra práctica de buscar «la respuesta correcta» a un problema.
El señor von Oech plantea esta pregunta: «¿Cuál es la mitad de 8?» Toda nuestra formación nos dice que la respuesta es «4». Pero hay otras respuestas correctas. Si uno divide el número 8 verticalmente, la mitad de 8 podría ser 3. Si lo divide horizontalmente, la mitad podría ser 0. Si escribe el 8 en números romanos (VIII), la mitad podría ser VI ó II. El asunto es que tan pronto creemos que hemos encontrado la respuesta correcta, dejamos de buscar y de pensar.
La misma práctica nos entorpece espiritualmente también. Si sólo buscamos versículos bíblicos que den respuestas rápidas a asuntos complejos, nos volveremos superficiales e inseguros, incapaces de encarar los problemas que desafían las explicaciones fáciles. Pero si buscamos a Jesús, vamos más allá de la sofocante actitud de pensar: «He encontrado la respuesta correcta; problema resuelto; caso cerrado.» Sin embargo, no es una respuesta completa. Hay más que aprender.
El Nuevo Testamento nos exhorta a seguir expandiendo nuestro conocimiento de Cristo y nuestra relación con Él. «Que él alumbre los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos…» (Efesios 1:18,19).
Esa oración es un llamamiento para que conozcamos a Jesucristo de una manera cada vez más profunda.
Pregúntate a ti mismo: «¿Quién es Jesucristo?» ¿Un personaje histórico? Sí, así es. ¿El Hijo de Dios? Correcto. ¿Tu Salvador? También. ¿Tu fuente de esperanza y poder? ¿Tu vida? Mientras más lo consideres, más respuestas correctas descubrirás.
¿Quién es Jesús? Pídele a Dios que abra tu mente y corazón para que puedas conocerlo más profundamente hoy. —DM
R E F L E X I Ó N
■ ¿Qué me hace limitarme en lo que creo de Dios?
■ ¿Por qué me satisfago tan fácilmente con conocer a Cristo superficialmente?
■ Pregúntale a Jesús: «¿Quién eres?», y luego escribe todo lo que te venga a la mente.