Pasaba por la oficina de Lisa cuando vi una copia de una oración sobre su escritorio. Cuando la leí tuve que reírme, porque la petición es cierta de todo seguidor de Cristo que sea honesto delante de Dios.
He aquí la oración:
Señor:
Hasta ahora, en el día de hoy, todo lo he hecho bien. No he chismeado, no he perdido la paciencia, no he sido codicioso ni he estado de mal humor ni he sido grosero, egoísta ni sobreindulgente.
Te doy gracias por ello.
Pero en unos minutos, Señor, me voy a levantar de la cama. Y de ahí en adelante, probablemente vaya a necesitar mucha ayuda. Amén.
Si creemos que podemos pasar un mes, o una semana, o incluso un día sin el Señor, estamos equivocados. Necesitamos su ayuda. Y cuando se la pedimos, nos la da gratuitamente.
¿Qué clase de ayuda podríamos necesitar? ¿Ropa? ¿Un lugar para vivir? ¿Comida? ¿Dinero? «Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús» (Filipenses 4:19).
¿Paz y contentamiento? «… he aprendido av contentarme, cualquiera que sea mi situación» (v.11).
¿La capacidad y la fortaleza para realizar una tarea difícil? «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (v.13).
¿El valor para sacar la cara por Cristo? «… fortaleciste el vigor de mi alma» (Sal. 138:3).
¿La fuerza para resistir la tentación? «… resistid al diablo, y huirá de vosotros» (Santiago 4:7).
Actuar rectamente en un campus o en un lugar de trabajo impío no es una tarea fácil. Pensándolo bien, la santidad puede incluso ser un desafío en la iglesia. Se nos ha prometido la ayuda de Dios en todas las situaciones, así que reclamémosla para lo que sea que estemos enfrentando hoy. —DE
R E F L E X I Ó N
■ Cuando leo el capítulo 4 de Filipenses, ¿qué otras promesas específicas encuentro de la ayuda de Dios?
■ ¿Qué clase de ayuda realmente necesito de Dios ahora mismo?
■ Mi oración al Señor es: