Si Dios te hubiera encargado escribir la Biblia, ¿hubieras incluido a «héroes» como Jonás? Lo dudo. ¿Qué clase de profeta se va al oeste, a Tarsis, cuando Dios lo envía al este, a Nínive? (A propósito, ¿dónde queda Tarsis, en España?)
Pero mientras más me perturban los relatos bíblicos de personajes obstinados como Jonás, más consuelo encuentro. Después de todo, la Biblia da una imagen precisa de la triste condición de la raza humana. Luego, en agudo contraste, muestra la insondable naturaleza de la gracia de Dios.
En defensa de Jonás, no es de extrañar que no quisiera nada con Nínive. Esos tipos eran conocidos por amontonar las cabezas cortadas de sus víctimas, en forma de pirámide, en las afueras de las puertas de la ciudad. No obstante, Dios decidió llegar a estos paganos sanguinarios y darles una oportunidad para que se arrepintieran. También ofreció a Jonás una oportunidad de arrepentimiento.
¿Y tú? ¿Quiénes son los «paganos» con los que Dios quiere que hables? ¿Y ese maleante de tu calle, tú sabes, el tipo que tiene los tatúes demoníacos y tantas partes perforadas en su cuerpo que podría ser el doble de un alfiletero? ¿Y la muchacha de mirada triste que ha tenido tantos novios que ni siquiera recuerda sus nombres? ¿Y esos niños malcriados de la escuela dominical de tu iglesia? ¿Y el hijo del que aboga por la legalización del aborto que va a tu misma escuela? ¿Y el que aboga por la legalización del aborto?
Dios sabe cómo sacarnos de nuestra zona de comodidad. Es una de las maneras que tiene para hacernos crecer y para que nos apoyemos en Él exclusivamente. Somos sabios si lo obedecemos, independientemente de lo atemorizados que podamos estar.
Cuando miro atrás en mi vida veo cuántas veces he hecho una línea recta hacia Tarsis cuando Dios me estaba señalando el camino a Nínive. Siempre que lo he desafiado he terminado nadando en aguas turbulentas en las que había pensado que iba a navegar.
Dios ha preparado viajes maravillosos para sus hijos. No tenemos que seguir su itinerario, por supuesto. Pero si no lo hacemos, podríamos descubrir que Dios «tenía dispuesto un gran pez» (Jonás 1:17) para persuadirnos a volver a Nínive. —TG
R E F L E X I Ó N
■ ¿De qué manera he estado diciendo «No» a Dios? ¿Qué ha estado haciendo Él para captar mi atención?
■ ¿Dónde queda mi Nínive? ¿Estoy dispuesto a ir?