En su libro El primer hombre, James Hansen relata el viaje de Neil Armstrong a la luna. El escritor explica que a cada astronauta se le pidió que completara un informe después de concluir el vuelo. Ese informe enumeraba cómo habían viajado desde Houston, en Texas; a Cabo Kennedy, en Florida; a la luna; al Océano Pacífico; a Hawai; y regresado a Houston. ¡Qué lista de destinos!
Hay otro itinerario que supera cualquier viaje que se haya hecho jamás. Imagina esta ruta de nuestro Salvador Jesucristo: lugar de origen, los lugares celestiales; destino inicial, Belén; modalidad de transporte, nacimiento virginal; objetivo del viaje, la redención de los pecadores; destino de regreso, la diestra del Padre.
Filipenses 2:5-11 describe con elocuencia la venida de Cristo a la tierra a redimirnos. Un comentarista bíblico considera que este pasaje es un himno de alabanza a la gloria del Siervo sufriente que llegó a ser exaltado por Su obediencia: «… Cristo Jesús, el cual siendo en forma de Dios, […] se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte…» (vv. 5-9).
¡La extraordinaria ruta de la redención de nuestro Señor debería llenar nuestro corazón de gratitud y alabanza!