Como no soy la clase de hombre «arregla todo», hace poco tuve que llamar a un amigo que es sumamente habilidoso, para hacer algunas reparaciones en mi casa. Cuando llegó, le entregué la lista que había preparado, pero, para sorpresa mía, ¡me dijo que yo mismo haría los arreglos! Me mostró cómo hacerlos, me dio instrucciones mientras los hacía y se quedó a mi lado. Seguí su ejemplo y reparé todo con éxito. Este proceder se asemeja a lo que Jesús hizo cuando llamó a Sus primeros discípulos.
Cuando el Señor convocó a aquellos hombres para que lo siguieran, quería que estuviesen con Él y deseaba enseñarles sobre la buena noticia del reino de Dios (Marcos 1:14,39; 6:12). La primera tarea exigía estar bajo la supervisión directa de Jesús: aprender Sus palabras, interpretar las Escrituras y observar Su comportamiento. Para la segunda labor, Jesús los envió a predicar (Marcos 3:14-15): decir lo que Él había dicho y hacer lo que había hecho. Mientras llevaban a cabo esos trabajos, tenían que depender del Señor.
En la actualidad, Jesús sigue llamando a Sus seguidores a implementar este simple, pero poderoso proceso de discipulado: estar con Él, seguir Sus instrucciones y poner en práctica el ejemplo que dio. ¿Eres tú uno de aquellos que dependen de Él mientras le sigues hoy?