El pueblo de Israel había caído en pecado, y Dios quería que Oseas le mostrara a la gente cuánto dolor le producía. Por eso, en los primeros capítulos del libro de Oseas, leemos una historia extraña: El Señor le ordenó al profeta que se casara con una prostituta llamada Gomer. Estando en la posición de esposo fiel de una esposa infiel, Oseas experimentó un dolor similar al que Dios sintió cuando Israel le fue espiritualmente desleal.
Cuando el profeta escribió el final de su libro, dejó claro que, a pesar de la angustia que el pueblo de Israel le había causado al Dios viviente, el Señor igualmente les prometía sanidad, perdón y prosperidad si regresaban a Él: «Yo sanaré tu rebelión». Dijo: «Los amaré de pura gracia […]. Volverán y se sentarán bajo su sombra» (Oseas 14:4-7).
La vida de una persona que da las espaldas a Dios suele caracterizarse por la culpa y la insatisfacción. El creyente realmente nacido de nuevo que ha caído en un estilo de vida pecaminoso sabe, en lo profundo de su ser, que la infidelidad espiritual tiene consecuencias graves.
No obstante, así como el Dios de gracia le ofreció perdón y prosperidad a Israel, hoy también ofrece restauración al verdaderamente arrepentido (1 Juan 1:9). ¿Has tomado malas decisiones que te hicieron deslizar? Regresa. Arrepiéntete y busca restaurar tu comunión con el Señor hoy mismo.