Gente de todo el mundo conoce el Monte Rushmore, el lugar en Dakota del Sur donde las cabezas de ex presidentes estadounidenses están esculpidas en escala gigante sobre la pared de un acantilado. Sin embargo, mientras millones saben de la existencia de ese monte, relativamente pocos conocen el nombre Doane Robinson: el historiador del estado de Dakota del Sur que concibió la idea de esta magnífica escultura y que dirigió el proyecto. El monumento es admirado y apreciado, pero su precursor es el hombre olvidado detrás de la obra maestra. Su nombre es extensamente ignorado o totalmente desconocido para algunos.
A veces, en el servicio para el Maestro, quizá sintamos que hemos sido olvidados o que estamos detrás de escena e ignorados. El ministerio puede ser una vida esforzada que suele pasar desapercibida para las mismas personas a quienes procuramos servir en el nombre de Jesús. Sin embargo, la buena noticia es que, aunque la gente no lo sepa, Dios sí está al tanto. Hebreos 6:10 dice: «Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún».
¡Qué promesa! Nuestro Padre celestial nunca olvidará nuestro servicio para Él. Esto es mucho más importante que ser aplaudido por las multitudes.