Querido Juan:
Ha sido muy divertido. Nunca olvidaré los buenos momentos que pasamos juntos y las locuras en las que te metí. Por eso es tan difícil decir lo que voy a decir, pero debo hacerlo. Todo ha terminado. Al principio todo iba muy bien. Sabía que en tu vida había otra persona, pero no me importaba. Me daba cuenta de que yo tenía el primer lugar en tu corazón porque sólo veías a ese otro amigo los domingos en la mañana. Pero entonces las cosas empezaron a empeorar… lento, pero seguro.
El primer cambio se produjo cuando regresabas de la escuela. Caminábamos hacia tu casa y, como siempre, no había llegado nadie todavía. Pero en lugar de encender la televisión, sintonizar MTV, y absorber algunos de sus videos, empezaste a leer el libro ese. Yo te susurraba al oído que lo reconsideraras, pero tú decías en voz baja: «No es correcto.» Por eso me fui. Unos días después volví y tu hermanito te estaba molestando como siempre. Quería que lo ayudaras con la tarea. Pero en vez de dejar de lado al malcriado ese y pasar tiempo conmigo, lo ayudaste. Otra vez me fui. Por la forma en que actuabas, parecías otra persona. Casi me pareció que Él te importaba mucho… que (gulp) ¡lo amabas! El colmo fue cuando diste tu —nuestro— dinero para ayudar a tu nuevo amigo especial. Íbamos a usar ese dinero para ir a fiestas. Pero
dijiste: «Esto es más importante.»
Ahora ya casi ni te veo. Te la pasas alejándome de ti cada vez más y leyendo el
libro ese o conversando con ya sabes quién. Pero recuerda, yo siempre te estaré esperando.
Pecaminosamente tuyo,
Satanás
P.S. Por favor, no vayas a hablarles a los demás de tu nuevo amigo porque los perderé a ellos también. —TF
R E F L E X I Ó N
■ ¿De qué maneras estoy permitiendo que el Gran Engañador me aguijonee y me
empuje?
■ ¿Qué puedo empezar a hacer para detener su malvada influencia en mi vida?
■ Señor, quiero servirte sólo a Ti. Dame la fortaleza para resistir los caminos
pecaminosos de Satanás.