Durante la guerra de 1812 en los EE.UU., una pequeña ciudad costera de Maryland era un importante centro constructor de corsarios, barcazas navales y forzadores de bloqueo. Por eso, la ciudad de St. Michaels se convirtió en
blanco de las fuerzas navales británicas. A tempranas horas de una mañana de agosto de 1813, los barcos británicos abrieron fuego sobre la ciudad.
Sin embargo, los residentes habían sido prevenidos y habían colgado linternas en los masteleros de los barcos y en lugares altos de las copas de los árboles. La táctica fue efectiva, y los cañones del enemigo dispararon por encima de la ciudad, alcanzando sólo una casa. St. Michaels se conoce hoy como «la ciudad que engañó a los británicos».
Nosotros también tenemos un enemigo: el diablo. Y tenemos que estar continuamente en guardia preparados para su ataque.
Solos, seríamos totalmente indefensos. La Biblia nos dice que Satanás «como león rugiente anda alrededor buscando a quien devorar» (1 Pedro 5:8). Nos tiende trampas (1 Timoteo 3:7). Miente (Juan 8:44). Procura ser más listo que nosotros con sus maquinaciones (2 Corintios 2:11).
Pero la Biblia también nos dice cómo se le puede derrotar. Nos instruye a ponernos la armadura de Dios y a combatirlo. Nos dice que estemos firmes en el Señor y en su gran poder, que estemos alertas, y que sigamos orando.
Dependemos, no de nuestra propia fuerza, sino completamente del Señor, quien ya ha ganado la batalla.
Recuerda estas clásicas palabras que Martín Lutero escribió en el himno «Castillo fuerte»: «Nuestro valor es nada aquí, con él todo es perdido; mas por nosotros pugnará de Dios el Escogido. Sabéis quien es Jesús, el que venció en la cruz, Señor de Sabaoth, pues él tan sólo es Dios, él triunfa en la batalla.»
Un día el destructor será destruido (Ap. 20:10). Recuerda: «Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Romanos 8:37). ¡Mantén altas tus linternas! Estamos del lado vencedor. —CK
R E F L E X I Ó N
■ ¿Me siento intimidado por el diablo? ¿En quién voy a colocar mi confianza?
■ ¿He estado tratando de pelear la batalla solo? ¿Qué pasos voy a dar para
depender más de la fortaleza del Señor?