Desde el año 565 d.C. han persistido los rumores de la existencia de una enorme criatura en un lago al noroeste de Escocia. Fue entonces que se dijo que la
criatura había matado a un nadador.
No fue hasta 1933 que el monstruo del lago Ness, cariñosamente llamado Nessie, se convirtió en celebridad después que dijeran haberlo visto. El 19 de abril del año siguiente, un médico de Londres llamado Robert Wilson produjo una foto borrosa de un monstruo de cuello largo y joroba.
Sesenta años después, dos investigadores anunciaron que la famosa fotografía de 1934 era un fraude. El «monstruo» era en realidad «un submarino de juguete al que le habían puesto un cuello y una cabeza hecha de plástico». Todo era parte de un chiste para engañar a la prensa de Londres.
Estos hallazgos no han impedido que la gente continúe creyendo que Nessie es real. El director del proyecto del lago Ness dijo que admite que la foto es un fraude, pero insiste en que seguirá la búsqueda de Nessie.
Todo esto confirma, en mi propia mente, que la gente tiende a creer lo que quiere creer, independientemente de los hechos o de la ausencia de ellos.
En tu trato con profesores y compañeros de estudio vas a encontrar personas que han optado por creer algo que no es más que un fraude. Están poniendo su confianza en un dios que ellos mismos han fabricado. Puede que no sea un trozo de madera, como del que escribió Isaías en el capítulo 44. Puede ser una filosofía impía de la vida, o una religión que no puede pasar un escrutinio profundo.
Nuestra fe en Cristo no está basada en una fotografía borrosa ni en el pensamiento ilusorio de nadie. Está basada en una historia real, la revelación de Dios mismo en las vidas de personas y de una nación. Se basa en la aparición real de Dios en la persona de Jesucristo y en la sólida evidencia de su vida, muerte y resurrección.
Puedes estar seguro de que el cristianismo nunca terminará siendo un fraude.
—KD
R E F L E X I Ó N
■ ¿Qué tipos de religiones y de filosofías no bíblicas de la vida prevalecen en mi
campus?
■ ¿Cómo puedo contribuir a que otros vean las evidencias de la fe en Cristo?
■ Si alguien me preguntara por qué creo en Cristo, ¿qué diría? (1 Pedro 3:15).