Estaba entusiasmado por ir a ver el encuentro de béisbol entre los Tigers de Detroit y los White Sox de Chicago. Esa mañana, antes de ir al estadio del equipo contrincante, me puse con todo orgullo mi camiseta de los Tigers. No obstante, tuve que ponerme un abrigo encima de la camiseta de mi equipo porque hacía frío. Eso hizo que me sintiera frustrada porque ninguna persona que estuviera presente en el estadio U.S. Celular Field podría ver a qué equipo había ido a alentar. Nadie se enteraría de que era fanática de los Tigers. Después de que el encuentro se pospusiera durante tres horas a causa de la lluvia, finalmente comenzó y pude demostrar a toda voz mi lealtad alentando a mi equipo.
El apóstol Pablo exhibió abiertamente una devoción aun mucho más específica: la lealtad a Jesucristo. A los creyentes de Roma, les escribió: «Porque no me avergüenzo del evangelio» (Romanos 1:16). Él sabía que el evangelio «es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree», porque Jesús había cambiado su vida y su destino de manera radical. Mediante su predicación y su testimonio proclamaba a Jesús, Aquel a quien le había entregado toda su vida (Hechos 9).
Los creyentes de Roma también eran famosos por su lealtad a Cristo. Pablo se refirió a ellos, diciendo: «Vuestra fe se divulga por todo el mundo» (Romanos 1:8).
¿Demuestras abiertamente tu lealtad a Jesús?