Mi compañero de cuarto en la universidad era un poquito raro. Estaba comprometido con una chica muy graciosa que vivía a casi 1.300 kilómetros de
distancia, y siempre estaba preocupado pensando si ella todavía estaría enamorada de él o no. Veía a otra muchacha en el campus y la «observaba»; luego se ponía frenético de preocupación pensando que tal vez su novia estaba mirando a otros chicos donde estaba. Si no recibía una carta de ella cuando la esperaba, se volvía loco pensando que su novia estaba a punto de terminar con él.
Cuando yo ya no lo soportaba más, hacía que la llamara. Siempre se enteraba de que ella todavía lo amaba y que seguía firme en su compromiso con él. Entonces
sentía un gran alivio (y yo también), pero a los 3 días estaba preocupado otra vez.
A menudo me pregunto lo que debe haber pensado su prometida. Ella estaba firme en su compromiso, mientras que él estaba pasando por todas esas ansiedades. «¿Por qué no se tranquiliza?» —debe haber pensado la muchacha.
Dios debe pensar lo mismo de nosotros a veces. Damos un traspié en nuestra fe y cuestionamos Sus sentimientos hacia nosotros. Coqueteamos con la tentación y nos sentimos culpables. Puede que hasta nos convenzamos a nosotros mismos de que no puede ser que Dios todavía nos ame, sobre todo cuando hemos estado titubeando tanto.
He aquí las buenas nuevas. Aunque nuestros sentimientos fluctúen, Dios sigue
siendo fiel a nosotros (Salmo 36:5). Él no cambia ni un centímetro. Su fidelidad a nosotros no está dictada por nuestros sentimientos hacia Él. Sus promesas están apoyadas por su carácter impecable.
Por tanto, cuando no te sientas cerca de Dios, lee el Salmo 36. Pon el versículo 5
en tu pizarra para que te recuerde que no es cuestión de cómo te sientas, sino de la fidelidad del Dios todopoderoso, que es sólida como una roca. —DE
R E F L E X I Ó N
■ ¿Qué es lo que más me hace dudar de Dios? ¿La desilusión? ¿El fracaso? ¿El
pecado?
■ ¿Qué es lo que hay en mí que me hace querer juzgar a Dios por mis propios
sentimientos o conducta?
■ Tres promesas de Dios en el Salmo 36 que me ayudarán son:_______________, _________________ y _________________.