Un amigo mío fue confrontado por un predicador callejero que llevaba un cartel en el campus de la universidad. Mi amigo, estudiante de la misma universidad, había sido salvo solamente 2 años atrás y no sabía muy bien qué pensar respecto a la situación.
Había encontrado predicadores ambulantes antes. Los había escuchado vocear el mensaje de salvación o de juicio eterno en un estilo que parecía hacer más daño que bien a la causa de Cristo. Estaba seguro de que lo único que conseguían era molestar a la gente y alejarla más.
Pero este hombre era de alguna manera diferente. Parecía estar genuinamente interesado en los estudiantes y quería que éstos se volvieran a Cristo y obtuvieran el perdón de sus pecados. Poco a poco, mi amigo se convenció de que este hombre era un hermano en Cristo sincero que estaba diciendo la verdad en amor. Se quedó por ahí cerca para escucharlo y apoyarlo con oración. Al poco tiempo, se ofreció a sostenerle el cartel al cansado
evangelista.
Eso hizo que mi amigo se convirtiera en el blanco de insultos de parte de sus compañeros de estudios. Luego una estudiante cristiana se acercó a él y le preguntó por qué sostenía ese cartel. Ella expresó los mismos recelos respecto a ese método de evangelización que él había tenido. Él le explicó que el mensaje y el espíritu de aquel hermano parecían correctos. Poco tiempo después, la
mujer preguntó a mi amigo si podía sostener el cartel también.
La convicción de aquel predicador ambulante era contagiosa. ¿Acaso nuestra
disposición a identificarnos con el Salvador, ya sea en el aula de clases o en cualquier otro lugar, anima a nuestros hermanos en la fe a hacer lo mismo? ¿Hemos experimentado el gozo de descubrir que algunos de nuestros compañeros de equipo, o de estudios, son creyentes?
Pídele a Dios que te dé una osadía, un poder y una determinación suficientemente firmes como para que sean contagiosas. —MD
R E F L E X I Ó N
■ ¿Qué se necesitaría para que yo diera un paso al frente y apoyara a un
predicador callejero en mi campus?
■ ¿Cómo calificaría el ardor de la evangelización en mi corazón? ¿Diría que es
una llama ardiente, una llama vacilante, unas cuantas chispas o cenizas frías?
■ ¿Apoyo las actividades de evangelización que se llevan a cabo en mi campus?
¿Cómo? Si no existen esas activiades, ¿debería yo hacer algo al respecto?
¿Qué?