Según un artículo publicado hace un tiempo, la depresión causa más suicidios en los Estados Unidos, particularmente entre jóvenes universitarios, que la
mayoría de los otros problemas médicos, a excepción del abuso del alcohol y las drogas. Tal vez hayas descendido por esa espiral de emociones pasando de la desilusión al desaliento, e incluso de la depresión a la desesperación.
Cuando nos encontramos deprimidos y listos para darnos por vencidos, la Biblia tiene tres poderosas palabras para nosotros: Considerad a Aquel. En la época de Semana Santa, a menudo pensamos en la agonía de Cristo en el huerto de Getsemaní y en su muerte en la cruz. Pero se nos apremia a que esto sea una práctica continua: «Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de
pecadores contra sí mismo para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar» (Hebreos 12:3).
Al mirar a Jesús llegamos a algunas ineludibles conclusiones:
• Nuestro pozo de la desesperación nunca podrá ser más profundo que el Suyo.
• La manera en que otros nos tratan nunca podrá ser más áspera ni injusta que la manera en que lo trataron a Él.
• El aparente triunfo del mal sobre nosotros nunca podrá ser más oscuro que lo que pareció ser para Él.
• La pregunta de por qué Dios permite que el mal toque a sus hijos nunca podrá ser más difícil de contestar en nuestra experiencia que lo que fue en la Suya.
• La sensación angustiosa de que Dios no nos oye nunca podrá ser mayor que la
Suya. «… Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» (Mateo 27:46).
• La pérdida y la traición de los amigos nunca podrá dolernos tanto como le dolió a Él.
El triunfo final de Dios, visto tan claramente a través de la crucifixión y la
resurrección de Cristo, nos asegura que Él puede actuar poderosamente en nuestras vidas.
Si pensamos en Jesús, nuestros problemas adoptan la perspectiva correcta. Cuando nadie puede entender por lo que estamos pasado, Jesús sí lo sabe. Él escucha y nos ama. ¡Considerad a Aquel! —DM
R E F L E X I Ó N
■ ¿Qué emociones pienso que tuvo Jesús cuando lo traicionaron, lo arrestaron, lo enjuiciaron y lo crucificaron?
■ ¿Qué sucede cuando me centro en mis circunstancias, mis sentimientos o en
otras personas en lugar de centrarme en Cristo?
■ Según Hebreos 12:3, ¿qué me va a suceder cuando considere a Jesús?