La noticia de que el 22 de julio de 2009 se produciría un eclipse solar generó predicciones alarmantes. Se pronosticó que afectaría en gran medida la fuerza gravitacional, por lo cual, las placas tectónicas abrirían una grieta que provocaría un terremoto de proporciones considerables que, a su vez, produciría un devastador maremoto en Japón. El Servicio Geológico de los Estados Unidos respondió diciendo que ningún científico «predijo nunca un terremoto tan importante. Que no lo saben y que no esperan saberlo, en ningún momento ni en el futuro previsible».
También se han hecho muchas predicciones sobre la fecha de la segunda venida de Cristo, a pesar de las enfáticas palabras de nuestro Señor: «Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre» (Mateo 24:36). Cristo les dijo a Sus seguidores que, en vez de tratar de predecir la fecha de Su regreso, debían velar (v. 42) y estar preparados (v. 44).
Pedro advirtió lo siguiente: «El día del Señor vendrá como un ladrón». Y después agregó: «¿No deberían vivir ustedes como Dios manda, siguiendo un conducta intachable…?» (2 Pedro 3:10-11 NVI).
El Señor Jesús quiere que concentremos toda nuestra energía en esforzarnos por vivir para Dios mientras aguardamos «la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» (Tito 2:13).