He aquí algunas preguntas realmente estúpidas: si te intoxicaras cada vez que comieras en la cafetería de la escuela, ¿qué harías? ¿Qué harías si cada vez que
decidieras estudiar toda la noche para un examen terminaras quedándote dormido durante el examen y no lo aprobaras? ¿O qué crees que harías si cada vez que te golpearas la cabeza con un martillo te doliera?
Preguntas estúpidas, ¿verdad? Las respuestas son obvias. Pero, ¿por qué es que a veces ignoramos el sentido común?
El siguiente es un ejemplo de la vida real. Cerca del año 1860, los científicos rusos recomendaron mudar las tuberías del agua potable de San Petesburgo. ¿Por qué? ¡Porque al río Neva fluyen aguas negras sin tratar a unos cuantos cientos de metros corriente arriba de las tuberías por donde entra el agua potable de la ciudad! Sin embargo, durante los últimos 135 años, nadie ha hecho nada al respecto.
Según un informe de la UPI, «los residentes de San Petesburgo hierven rutinariamente el agua de color amarillo-marrón que sale de sus grifos y a menudo la dejan posar y la cuelan en paños antes de tomarla. Hervir el agua mata las bacterias tóxicas que causan diarrea, náusea y calambre abdominal.»
La solución al problema de San Petesburgo es clara… contrario a su agua. Los 5 millones de residentes merecen algo mejor. Entonces, ¿por qué nadie ha hecho algo al respecto? Buena pregunta.
El pasaje bíblico para hoy nos habla de un rey que rehusó apartarse de sus caminos aunque conocía la verdad. Incluso después de que Jeroboam pidiera oración para que se sanara su mano seca, al poco tiempo volvió a sus antiguos y destructivos caminos. En realidad no quería cambiar.
¿Somos nosotros igualmente culpables de eso? ¿Rehusamos cambiar nuestros
caminos destructivos aun si nos cuestan buenas calificaciones, o amenazan nuestra salud, o echan a perder nuestra relación con Dios? ¿O cuando herimos a alguien repetidamente debido a nuestra terquedad?
En la mayoría de las situaciones sabemos lo que es correcto… o lo aprendemos
pronto. A diferencia de Jeroboam o de los funcionarios de San Petesburgo,
cambiemos nuestra manera de actuar cuando la solución sea obvia. —KD
R E F L E X I Ó N
■ ¿Qué hábitos o patrones de conducta veo en mis amigos?
■ ¿Qué tengo que cambiar en mí, con la ayuda de Dios?
■ ¿Por qué me es tan difícil cambiar mi conducta? ¿Qué dice eso de mi corazón?