Un amigo mío me contó sobre un retiro de líderes de su iglesia. Durante dos días, ese grupo se reunió en un lugar retirado para dedicar tiempo a la oración, la planificación y la adoración. Mi amigo no sólo se sintió renovado, sino que cobró fuerzas. Me dijo: «Sin duda, este retiro nos ayudará a avanzar en el ministerio de la iglesia».

Me sonó extraño lo que dijo: retirarse para avanzar. Pero es así. A veces uno tiene que detenerse y reacomodarse antes de poder progresar de manera significativa. Esto es particularmente cierto en nuestra relación con Dios.

Jesús mismo acostumbraba «retirarse para avanzar». Después de un intenso día de servicio en la región del mar de Galilea, se retiró, apartado de los demás. Mateo 14:23 nos dice que «despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo». Solo en presencia del Padre.

En este mundo vertiginoso y competitivo, es fácil caer en el agotamiento al esforzarse para avanzar a toda costa. Pero, aun en nuestro deseo de ser creyentes eficientes, debemos estar habitualmente dispuestos a retirarnos para entrar en la presencia de Dios. Sólo al renovar las fuerzas en Él, podemos hallar los recursos necesarios para avanzar en Su obra. Haz un retiro con Jesús antes de seguir adelante.