Un sudafricano sorprendió a nueve hombres robando en su casa. Siete escaparon, pero el dueño se las ingenió para arrastrar a dos hacia la piscina en el patio posterior de la casa. Cuando se dio cuenta de que uno de los ladrones no sabía nadar, se zambulló al agua para salvarlo. El periódico The Cape Times informó que, una vez fuera del agua, el ladrón mojado llamó a sus amigos para que volvieran. Luego sacó un cuchillo y amenazó al hombre que acababa de rescatarlo. El dueño de la casa dijo: «Todavía estábamos cerca de la piscina, así que, cuando vi el cuchillo, simplemente lo volví a empujar al agua. Pero, como buscaba aire desesperado y se estaba ahogando, lo volví a rescatar».
En su Epístola a los Colosenses, el apóstol Pablo escribió sobre otro rescate: Dios el Padre los había salvado del poder de las tinieblas. Este rescate se produjo en el momento de la muerte de Cristo, pero también cuando los colosenses se convirtieron. La imagen que utilizó Pablo (1:12-13) indica que los creyentes han sido rescatados del dominio de las tinieblas de Satanás para ser trasladados como seres libres al reino pacífico de Cristo. Mediante la muerte de Jesús, los creyentes se convierten en ciudadanos libres del reino de la luz.
La respuesta apropiada ante tal sublime gracia es demostrar una gratitud llena de gozo ofreciéndole a Dios un servicio aceptable, con temor y reverencia (Hebreos 12:28).