La siguiente historia suena a bochorno, pero tiene un buen argumento.
Supuestamente sucedió en una reunión de iglesia. Parece que un prominente anciano de la iglesia pidió a un famoso predicador que orara en la reunión. El bien conocido predicador empezó, pero al poco tiempo su voz se convirtió en un murmullo, haciendo su oración incomprensible para quienes estaban escuchando.
Haciendo uso de todo su valor, el anciano interrumpió diciendo: «Perdón, señor, pero no le entendemos.»
Sin vacilar, el predicador levantó la mirada y dijo: «No estoy hablando con usted.»
¿Ves? Tremendo bochorno.
Ahora bien, no me parece adecuado avergonzar a nadie en público con una respuesta más bien grosera. Y el predicador que oraba con un murmullo debió haber orado más alto. Pero dijo algo que es cierto. Cuando oramos en
público tenemos que tener en cuenta que no nos corresponde impresionar a la gente con lo que decimos, sino adorar al Señor cuando conversamos con Él.
Eso es difícil. Queremos que la gente nos aprecie. No queremos que nuestros amigos piensen que somos brutos. No queremos que se vayan con la idea de que no sabemos orar.
Eso es probablemente lo que pensaban los hipócritas, aquellos a los que se refirió Jesús en Mateo 6. Eran maravillosos orando… al menos a sus propios ojos. Para ellos, una oración fantástica era aquella que era un poquito ruidosa y llamaba la atención.
Pero por buenas que hubieran sonado sus oraciones, muy bien pueden haber
estado orando al dios de los candelabros, porque sus oraciones no pasaban de allí. Jesús dijo: «Ya tienen su recompensa» (v.5).
En lugar de tratar de orar de una forma que creemos va a impresionar a los demás, necesitamos orar como nos enseñó Jesús en su oración modelo. Y tenemos que orar a Dios, no a la gente que está en nuestro grupo de oración. Así, nadie se va a preguntar nunca con quién estamos conversando. —DB
R E F L E X I Ó N
■ Cuando alguien me pide que ore en público siento__________________________.
■ ¿Cuáles son los principios específicos en el Padre Nuestro que me llevan a orar
con una actitud adecuada?
■ ¿Con qué frecuencia debo hacer lo que dice Mateo 6:6? ¿Cuándo voy a
empezar?