En un mensaje a los graduados 2002 de la Universidad de Cedarville, el Dr. Paul Dixon los alentó con estas palabras: «Sus tiempos están en las manos de Dios». Nuestra familia escuchó y pensó que era apropiado para los graduados, entre los cuales estaba nuestra hija Julie.

Ni nos imaginábamos que, cinco días después, nuestra Melissa, de 17 años, iría al cielo tras un accidente automovilístico… ni que ese pensamiento del Salmo 31:15 cobraría un nuevo significado para nosotros.

Con los años, hemos comprendido con dolor que, en Sus caminos misteriosos, Dios ha determinado que la vida de algunos creyentes sea corta. Me viene a la mente una jovencita cristiana, de esas que les sonríen a todos, a quien le dolía un dedo y que, una semana después, moría de una infección aguda. O la muchacha creyente que murió mientras jugaba al sóftbol, cuando una pelota le golpeó el cuello. O ese joven que amaba a Jesús y al que le encantaba pescar, y que murió al ser atropellado por un coche mientras volvía a su casa en bicicleta desde el lugar de pesca. Melissa, Heather, Maggie y Thomas. Durante sus cortas vidas, desarrollaron un legado de fe en Jesús y de amor a los demás. Ellos estaban preparados cuando les llegó el tiempo del Señor.

«Yo en ti confío», dijo el salmista, al reconocer que su vida estaba sólo en manos de Dios (vv. 14-15). ¿Confías en Él para todo lo que pueda sucederte en el futuro?