Ciertamente que no es difícil comprender por qué algunas personas piensan que los cristianos son chiflados. Una y otra vez oímos hablar de gente que toma la Palabra de Dios y le da su propia interpretación privada para favorecer sus planes y hacer que las personas de la Biblia parezcan alocadas.
Sucedió cuando un predicador decidió interrumpir el funeral de una víctima de SIDA. Hizo un piquete en el culto recordatorio y llevó un cartel que decía: «Dios
aborrece a los homosexuales. Romanos 9:13.»
A pesar de lo que él podía percibir como motivaciones honorables, creo que esta persona le hizo mucho daño a la causa de Cristo. Poner a Dios a insultar alguien e incitar odio definitivamente no ayuda a la causa.
Además de su cuestionable táctica, otro grave problema era el tratamiento que este hombre dio a las Escrituras. Romanos 9:13 se refiere a Jacob y Esaú, y al
derecho soberano que tiene Dios de bendecir a quien Él quiere. El versículo no dice nada ni siquiera remotamente conectado con lo que sugiere el cartel.
La Palabra de Dios es un libro poderoso que puede cambiar vidas e influenciar al mundo para bien. No necesita que torzamos sus palabras para comunicar
nuestro mensaje.
Por ejemplo, si una persona desea luchar contra la inmoralidad seriamente, no tiene que tomar versículos fuera de contexto para hacerlo. Sólo tiene que aplicarse y sacar los pasajes que hablen de la aversión que siente Dios por el pecado. Y tiene que concentrarse en el mensaje puro, simple y efectivo del evangelio de Juan 3:16.
Nuestro Dios es santo, amoroso y puro, y también lo es Su Palabra, la Biblia.
Tenemos que tener cuidado cuando hablamos de Él y de lo que ha dicho. La
integridad de la Palabra de Dios es mucho más importante que nuestra campaña
personal. Debemos poner su Palabra en práctica, no poner nuestras palabras en boca de Dios. —DB
R E F L E X I Ó N
■ ¿Cómo debería hacer las cosas el hombre de la ilustración? ¿Qué debe hacer
con su desprecio al pecado homosexual?
■ ¿Qué otro ejemplos he visto de alguien que tuerce las palabras de la Biblia?
■ ¿Qué puedo hacer para cerciorarme de no «adulterar» la Palabra de Dios?