En 1935, el equipo de debate de Wiley College, una escuela de Texas, pequeña, sin categoría y con alumnos de raza negra, inesperadamente derrotó a los campeones, todos de raza blanca, de la Universidad de Southern California. Un caso clásico del desconocido que triunfa sobre un gigante nacional.
Cuando Israel peligraba frente a los filisteos, hubo un muchacho llamado David que derrotó a un gigante de verdad (1 Samuel 17). Los ejércitos estaban reunidos a ambos lados del valle de Ela. Es probable que hayan tenido temor unos de otros; por eso, decidieron que el resultado de la batalla lo determinaría un enfrentamiento entre contendientes representativos de cada grupo. Los filisteos presentaron al gigante Goliat (de aproximadamente 3 m de altura), pero Israel no podía encontrar a nadie que fuera lo suficientemente digno o valiente como para luchar. David se enteró del problema y apeló a Saúl para que le permitiera pelear contra Goliat (vv. 32-37). El rey se resistió, pero finalmente accedió. David, armado con cinco piedras lisas (v. 40) y una fe inconmovible en el Dios Todopoderoso (v. 45), derrotó al campeón nacional de los filisteos.
Todos enfrentamos gigantes en la vida: preocupaciones, dudas, miedos, pecados y sentimientos de culpa. Pero, con recursos limitados e insólitos, y una confianza firme en nuestro Dios que todo lo puede, también podemos triunfar sobre estas cosas.