En mayo del 2009, cuando Charles Hayward murió, a los 87 años, dejó un legado para sus hijos y nietos. Él y su esposa Virginia habían servido fielmente como misioneros en India y en Sudáfrica durante muchos años. De todos modos, cuando cumplió 73 años, él comenzó a seleccionar y memorizar pasajes de la Biblia con el propósito de «acabar bien», con su mente llena de la verdad de Dios.
Denominó su proyecto: «Plan de memorización de toda la Biblia». Sus hijos lo llaman: «La lista de Charlie». Escogió un versículo lema (Colosenses 3:16), al menos uno de cada libro del Antiguo Testamento, como mínimo otro de cada libro del Nuevo Testamento, y un versículo o más de cada capítulo de las Epístolas. Comenzó con Génesis 15:6, «y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia», y terminó con Apocalipsis 22:17, «y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente».
En total, Charles memorizó 239 versículos. Me recuerda al salmista, que escribió: «En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti» (119:11). Al igual que Charlie, el salmista meditaba y se deleitaba en la Palabra de Dios (vv. 15-16). ¿Qué mejor objetivo podríamos tener que llenar nuestras mentes con la verdad del Señor?