A veces, cuando salgo de casa para ir a trabajar, mi esposa me dice: «No te olvides de…». Un rato más tarde, en el transcurso del día, me llama y me pregunta: «¿Te acordaste?».
Todos tendemos a olvidarnos de ciertas cosas. Pienso que esta es la razón por la cual Dios nos repite las verdades importantes. En Deuteronomio 24, el Señor les recordó dos veces a los israelitas que habían sido esclavos en Egipto, pero que Él los había rescatado y redimido (vv. 18,22). Por intermedio de Moisés, les dijo: «… te acordarás que fuiste siervo en Egipto, y que de allí te rescató Jehová tu Dios…» (v. 18).
Puesto que los israelitas habían sido redimidos, tenían ciertas responsabilidades que el Señor quería que recordaran. Moisés dijo: «Yo te mando que hagas esto» (v. 18). ¿Qué era «esto»? Se les dijo que se ocuparan del «extranjero, […] el huérfano y […] la viuda» (v. 19). Si parte de la cosecha quedaba en los campos, debían dejarla para esa gente necesitada. En los versículos 20 y 21, les vuelve a recordar a estas personas.
Somos gente redimida por medio de la muerte de Jesús en la cruz y Su resurrección. A nosotros también se nos dice en varias ocasiones que estemos dispuestos a compartir con los necesitados. Hebreos 13:16 declara: «Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios».