Alabanza poderosa
¡La alabanza es poderosa! Cuando el pastor escocés Robert Murray McCheyne se angustiaba por la frialdad de su corazón hacia las cosas del Señor, cantaba alabanzas a Dios hasta que sentía que su espíritu se reavivaba. Por lo general, sus familiares podían decir a qué hora se despertaba, porque comenzaba el día con un salmo de alabanza.
Mucho pueblo
Ciudad de Nueva York. Siete y media de la mañana del domingo de Pascua. Yo era el único cliente en Jimmy’s Diner, en la zona este de Harlem, cuando un hombre entró y se acercó a mi mesa. Él dijo: «Buen día y que Dios te bendiga», dejó un folleto evangelístico y salió en seguida. Yo sonreí y valoré su testimonio y la realidad de que Dios tiene Su gente en todas partes. Esa noche, asistí a la iglesia con mi hija Debbie, donde se reunía una entusiasta congregación de 300 personas, la mayoría de las cuales tenía entre veinte y cuarenta años. El amor contagioso que tienen hacia Cristo y los demás era una luz resplandeciente en una ciudad que suele ser considerada espiritualmente oscura.
Una nueva normalidad
Después que el médico me comunicó que tenía cáncer, traté de escuchar lo que decía, pero no pude. Me fui a casa, me tapé la cabeza con una manta y me quedé dormida sobre el sofá, como si el sueño pudiera cambiar el diagnóstico.
Dos ladrones
La crucifixión era una tortura. Se usaban tiras de piel o clavos para colgar a un condenado en un madero. Igual que un animal indefenso enredado en una cerca de alambres de púas, la víctima podía sobrevivir durante días soportando un dolor extremo. La muerte por lo general se producía por ahogo cuando, colgada de las manos, la víctima perdía la fuerza para respirar.
TRES HOMBRES…
Como un cordero
En 1602, el artista italiano Caravaggio pintó un cuadro titulado La captura de Cristo. Esta obra, una muestra temprana del estilo barroco, es cautivante. Hecha con matices oscuros, permite que el observador contemple el arresto de Jesús en el huerto de Getsemaní. Dos elementos notorios de la escena descrita en la pintura captan la atención de quien la contempla. El primero es Judas, dando el beso traidor. Sin embargo, la vista luego se centra inmediatamente en las manos de Jesús, las cuales están suavemente entrelazadas mostrando que no ofrecía ninguna resistencia ante esa injusticia. Aunque Cristo tuvo el poder para crear un universo, se entregó voluntariamente a Sus captores y a la cruz que le aguardaba.
Hablar o no hablar
A veces, el silencio es la mejor respuesta ante una acusación falsa. En otras ocasiones, debemos hablar.