En una reunión de evangelización, en Irlanda, el orador estaba explicando qué significa permanecer en Cristo y confiar por completo en Él en toda dificultad. Al concluir su mensaje, repitió varias veces: «Significa que, en toda situación, puedes seguir diciendo: “Tengo a Jesús para esto”».
Más tarde, la reunión quedó abierta para dar testimonios. Una joven dijo: «Hace unos minutos, me entregaron este telegrama. Dice: “Mamá está muy enferma. Toma el tren de inmediato”. Cuando vi esas palabras, supe que el mensaje de esta noche era justo para mí. Mi corazón miró al cielo y dijo: “Tengo a Jesús para esto”. Al instante, mi alma se inundó de paz y fortaleza».
Tres o cuatro semanas después, el evangelista recibió una carta de esta mujer, que decía: «Gracias otra vez por el mensaje que dio ese día. La vida se ha convertido en un salmo ininterrumpido de victoria porque me di cuenta de que, sin importar lo que suceda en la vida, tengo a Jesús para eso».
Esa creyente había hallado en Cristo a la Persona que estaría con ella «por el fuego y por el agua», y que la sacaría «a abundancia» (Salmo 66:12).
Si estás soportando una gran prueba de aflicción, recuerda que… ¡tienes a Jesús para eso!