Diario UniversitarioEn los entierros se pueden aprender cosas muy interesantes sobre las personas. Por ejemplo, yo descubrí algo bien impresionante sobre mi tío Audra el pasado noviembre mientras lo elogiaban. Sabía que mi tío fue un pastor que pasó toda su vida de adulto trabajando en iglesias pequeñas en Kentucky. Sabía que nunca tuvo mucho dinero. Y sabía que estaba dedicado a la gente a quien servía. Como dijo uno de mis primos en el funeral: «Papá no era el mejor predicador del mundo, pero era un pastor excelente.» Eso yo lo sabía.
Pero lo que no sabía era otra cosa que se mencionó en el funeral: el único pedazo de tierra que mi tío poseyó fue su tumba. Durante más de 40 años se dedicó a la obra de Dios. Nunca se quejó porque no ganaba mucho dinero, nunca se enfadó por tener siempre que alquilar un apartamento o vivir en una casa barata propiedad de una iglesia pequeña.
De hecho, mi tío era el cristiano alegre y feliz que todos queremos conocer. En nuestro mundo altamente materialista, es difícil convencernos de que podemos ser felices sin cosas: sin la casa más bonita, el auto más moderno, el mejor tocador de discos compactos, las ropas más a la moda. Si somos honestos, todos luchamos con la percepción de que las cosas son la clave de la felicidad.
Personas como mi tío demuestran que esa teoría es errónea. Y también la gente que vive en países donde las «cosas» no son tan importantes como en los opulentos Estados Unidos. Yo he visto personas en casuchas en las Filipinas que son más felices que algunas personas en Estados Unidos que manejan autos BMW al tiempo que hacen un gran negocio en el mercado de valores desde un teléfono celular.
Ahora mismo mi tío está cosechando los beneficios de conocer y servir a su Salvador. Está en la presencia de Aquel que verdaderamente es dueño de todo. En su vida eterna, como en su vida mortal, depende totalmente de Dios. Y es mucho más rico por haber dedicado su vida a Dios, no a las cosas.
¿Cuál es tu prioridad? —DB

REFLEXIÓN
■ Sé que es importante tener algunas cosas en esta vida para existir pero, ¿he pensando en cómo trazar la raya entre las necesidades y los deseos?
■ ¿Qué filosofía me guía respecto a cómo voy a usar el dinero que Dios me va a dar en los años venideros?
■ ¿Preferiría que me recordaran por ser «rico y famoso» o «piadoso y fiel»?