No, no es verdad que Jesús nunca afirmó ser Dios. De muchas formas afirmó ser «Dios con nosotros».
Jesús declaró su deidad cuando dijo: » De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy» (Juan 8:58). En Mateo 25:31-46, Jesús enseñó que juzgará al mundo. Esa es una autoridad que sólo Dios puede ejercer. Sus enemigos lo entendieron claramente porque pidieron su ejecución acusándolo de blasfemia. Dijeron: «Se hizo a sí mismo Hijo de Dios» (Juan 19:7). Y cuando a Jesús le exigieron que dijera si era o no el Cristo contestó: «Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo» (Mateo 26:64).
Aunque no podemos comprender el misterio de la encarnación, las Escrituras nos exigen que veamos a Jesucristo como Dios y hombre en una persona. La Biblia dice que Jesús no era solamente un gran profeta, ni un hombre dotado de poderes sobrenaturales. Era verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Al escribir para defender la deidad de Jesús contra la enseñanza gnóstica que afirmaba que la presencia divina había partido del cuerpo de Jesús antes de su muerte y crucifixión, el apóstol Juan escribió:
En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.
La creencia en la deidad de Cristo ofrece un gran consuelo a los cristianos. Leemos:
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
Sólo siendo Dios y hombre a la vez podía Jesús sufrir en nuestro lugar y expiar nuestros pecados.